6 de febrero de 2017

Revertir la sensación de impotencia

Foto tomada de dailymail.co.uk
Impotencia. Amargura. Dolor... frustración y mucha rabia.
"Después de haberles abierto las puertas del país, de nuestras casas, aceptado sus costumbres como propias, de no imponerles nada: Se vestían como en su tierra, hablaban su idioma, comían su comida, celebraban sus tradiciones... Fuimos hospitalarios, amigables, desprevenidos. Los defendimos de los tiranos que los oprimían en su tierra... ¿y así nos pagan?"
Más de algún norteamericano ha de haber tenido este sentimiento el famoso 9/11, pensando en los inmigrantes suicidas.
La inmensa sensación de impotencia los abrumó.
Y posiblemente en aquel momento, en algún rincón de una mansión o en una oficina lujosa de otro edificio que tuvo la suerte de no ser atacado, algún magnate se propuso en su interior no volver a dejar que eso pasara. "¿Nos falló la seguridad? ¡Nunca más! ¿Nos fallaron las barreras de entrada? ¡Nunca más! ¿Fuimos demasiado hospitalarios? ¡Nunca más, nunca más, nunca más..!"
Este magnate seguramente se propuso llegar a la presidencia y revertir la sensación de impotencia y la angustia sobrecogedora de aquel trágico 11 de septiembre. No se puede regresar en el tiempo e impedir que la tragedia suceda; pero tal vez se puede cambiar la sensación de vulnerabilidad que quedó en la conciencia colectiva y si algo está a su alcance para lograrlo, lo hará. Con ello se ha propuesto devolver la sensación de tranquilidad y seguridad a sus compatriotas. Pretende que el sentimiento hegemónico "sobreescriba" el vacío que dejó aquella pérdida irreparable.
¡Nunca más! Estará pensando.
Desea blindar sus fronteras y sus corazones contra el temor a ser nuevamente invadidos, atropellados, mutilados, destruidos, aniquilados. Desea volver a su nación infranqueable desde la idea de recuperar la grandeza perdida.
Visto así, es comprensible su comportamiento. ¿Quién no lo haría, si estuviera en su lugar?
Pero... ¿es despertando hostilidades como lo logrará? ¿O debería escribir su parte de la historia con esta tinta nueva que es mayor conciencia de las propias debilidades? Las raíces de cada estadounidense (con la excepción de un mínimo porcentaje de nativos) están en algún inmigrante que se ganó el derecho a trabajar y un lugar para sus hijos, que hoy con orgullo se llaman ciudadanos. Un derecho muy bien ganado.

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