5 de noviembre de 2016

Trinity, sálvame del dolor

Pero... ¿por qué me duele tanto, por qué? Me preguntaba yo.
Qué falta de aplomo, qué debilidad, qué inseguridad tan grande que no me deja ejercer el control y la autoridad de la nueva posición que me fue confiada.
Esa personita me debilitaba, me "aguadaba", al mostrarse tan indiferente, tan lejana, tan poco comunicativa, tan ignorante de mí. Mientras yo intentaba empaparme del puesto, del quehacer, del trato, de los problemas y de darles posible solución, ella, tajante, impasible, poco empática y cada vez menos comunicativa, menos dispuesta, menos tolerante.
¿Por qué me debilita tanto su actitud?
"Sea fuerte", dijeron. "Muéstrese segura, que sepa que usted es la jefa"; "ella necesita una figura fuerte".
Busco en mi memoria y encuentro todos los compartires de antaño, las alegrías, las chanzas, las confidencias, el calor de la amistad, la sinceridad, la empatía, la solidaridad, la complicidad...
Y me pregunto: ¿en qué fallé? Y si, como me dicen, no es cuestión de culparme a mí, replanteo la pregunta: ¿qué falló?
Me duele y me duele mucho. No es sólo una relación laboral perdida, es más bien una amistad perdida. Un estrecho vínculo de amor, de confianza, de fidelidad perdida. Es despertar a la realidad de que no era posible permanecer en la amistad dentro de un trabajo. Muchas veces me lo dijeron y yo no lo quise creer. ¡Cultivé tantas amistades en los ámbitos laborales! Pero esta vez fue diferente. Nada de lo que yo ahora haga o diga, retrocederá el tiempo o remendará el lazo roto. Esta vez es para siempre. ¡Qué dolor!
Ahora soy yo misma quien desconfía, quien recela, quien vigila con ojos tristes que los que me rodean muestran una cara delante y tienen otra detrás de mí. Que la solidez de lo cultivado sólo dura un instante y nada permanece.
Me siento, si cabe la comparación, como una madre que perdió un hijo en la ingratitud. ¡Después de amarlo tanto, de darle tanto, de escucharlo y de formarlo! Ver a esa criatura marcharse dando la espalda y despreciando todo lo que en ella se invirtió... duele.

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