11 de enero de 2010

Muestras gratis


Hace poco tuve tres encuentros... ¿cómo decirlo? ¿Interesantes... culturales... experiencia de aprendizaje...? Pues tal vez, algo de los tres.

A mi edad y con tanta soltería acumulada, no hay mucha oportunidad de conocer solteros disponibles, con ánimos de entablar, por lo menos, una amistad o que se sientan incluso atraídos...

Pues bien, hay que estar abierta a las posibilidades, ¿cierto? Y precisamente eso fue lo que me sucedió: tres posibilidades. Tres personas diferentes, ¡con las mismas intenciones! ¿Entablar una relación? Bueno... yo no lo llamaría así. Diferentes edades, cultura y hasta raíces, pero los tres con un solo objetivo: ¡recibir una muestra gratis...! ¿Tengo cara de muestrario? Yo no doy muestras gratis. Estoy muy acostumbrada a valorarme como para ponerme a la disposición del manoseo curioso. Y claro, semejantes "señoriteos" no le vienen bien a algunos que están tan acostumbrados a ser ellos mismos, muestras gratis. ¡Pobres! Están más devaluados que nuestra moneda nacional. Si lo supieran... Ah no, pero ellos se creen todos unos conquistadores♥, con derecho a obtenerlo todo sin mucho esfuerzo. ¡Más aún! Sin riesgos: de involucrar el corazón menos que nada.

¿De galanteos? Mejor me río... ¡Como verdaderos conquistadores dejan mucho que desear! Allá ellos... y las muestreadoras que gratuitamente los han acostumbrado a la complacencia... ¿mutua...?

Y para la próxima, abriré mejor los ojos para no creer que todo lo que brilla es oro.

5 de enero de 2010

Entra el invierno...


Bueno, así es: este otoño anuncia el invierno. Debo aceptarlo.
No más ilusiones de niña quinceañera atrapada en un cuerpo que lleva varios múltiplos de 15 y no hace ningún esfuerzo por ocultarlo...
Se acabó la juventud y con ella varias etapas que ya no me corresponde vivir.
La mente juguetea a veces, pero en este inicio de año está tan aletargada que ni siquiera ella se ha atrevido a soñar... en nada.
Lo que toca ahora: las de la hormiga, trabajar y ahorrar para el invierno. Hace ratos que dejé de ser una cigarra juguetona y despreocupada con la confianza de que todo se solucionaría. Ya no.
El invierno llegará, inexorablemente y ojalá me encuentre preparada. Debo aprender a recibirlo con dignidad, con la frente en alto y sin remordimientos por lo vivido o lo que dejé de vivir. Lo anterior así fue, me guste o no.
¡Adiós juventud, adiós primavera y verano, ya no los volveré a ver!
¡Bienvenido otoño, te estaba esperando!