25 de abril de 2016

Trinity, sálvame de olvidar al esporofito y al gametofito


Antes de que pasen otros 31 años y se me olvide definitivamente, quiero referirme a uno de los temas de mi clase de Biología, aquel 1984.
Dedico este recuerdo a nuestra querida maestra, doña Elisa Pinzón vda. de Chavarría.
Esta profesora, siempre seria en clase, se transformaba en otra persona cuando era la directora del grupo de teatro, en donde tuve el gusto de compartir en otro tono con ella, en 1982 y 1983. Allí era toda risas, relajamiento y total camaradería. En cambio, como profesora de Matemática, Física y Biología, infundía un temeroso respeto... tal vez por lo intelectual de sus materias.
Uno de los temas en nuestra clase de Biología se refería a los ciclos de reproducción de las plantas, los gametofitos y los esporofitos.
Mi mamá sembró por aquellos años una mata de perejil en nuestro jardín y me llamaba mucho la atención, cómo el perejil se reproducía constantemente sin semillas ni flores. Pero una o dos veces al año lanzaba un tallo extralargo del que salían muchas ramitas con pequeños brotes de florecitas tímidas y delgadas que luego daban paso a múltiples semillitas esféricas.
"¡Eureka!", pensaba yo. "Esto es lo que estamos viendo en clase con doña Elisa". Nunca se lo dije, pero logré captar de manera vivencial el concepto que ella nos transmitía teóricamente.
Hoy día ya no hay perejil en mi jardín pero hay sábila (más conocida como aloe vera). Y me sorprendió mucho volver a ver este ciclo de reproducción tan patente: planta inmutable y más bien simple durante una larga época pero que, una vez al año, deja surgir de su centro un tallo largo y florecido para demostrarnos que también ella conoce de belleza.