26 de marzo de 2017

Nueve guayabas y contando...

Dios me habló. Me habla, nos habla siempre, pero no siempre lo escuchamos.

Era diciembre y yo estaba de vacaciones. A menudo pensaba, agobiada, qué hacer con mi trabajo. "Regreso, no regreso, renuncio, no renuncio, qué haré, cómo me mantendré, dónde buscaré, qué otra cosa haré... ya estoy muy mayor...", et cætera. Estaba descontenta y a ello se sumaban varias incertidumbres e incomodidades, dolores y malos recuerdos, junto con la sospecha de que esos malos ratos nunca se acabarían.
De pronto, ¡oh sorpresa! Una guayaba a mis pies, en pleno diciembre. La época de guayabas había pasado hacía varios meses y nuestro árbol estaba dando, a lo sumo, muchas hojas secas. Cada vez más deshojado y seco se veía enfermo... parecía moribundo. Lo más seguro es que esta frutita, que se había quedado rezagada en alguna rama estuviera inmadura o podrida. Ni lo uno ni lo otro. ¡Ni un gusanito! Totalmente limpia y madura, ¡muy sabrosa! Me atreví a comerla después de contemplarla un poco.

Con todo y esta señal, mi pensamiento seguía intranquilo y mi confianza en Dios se veía traicionada. Luego de unos pocos días, otra duda. ¡Pero ese mismo día cayó otra guayaba! "¡No puede ser!", pensaba. "Sería mucha casualidad que ésta también estuviera perfectamente madura". Así fue; por lo que, lejos de ser una mera casualidad, entendí que Dios me estaba hablando de Su Providencia.

Cinco guayabas cayeron en diciembre, un mes que no es época de ese fruto. Tres más cayeron en marzo y una en abril, ya anunciando la estación. Sé que Su Providencia nunca me abandonará. Mateo 6, 33 ya nos lo dice: "Busquen primero el Reino de Dios y Su Justicia y todo lo demás se les dará por añadidura". Me lo ha dicho muchísimas veces, desde joven y, ¡vaya corazón duro el mío que aún no termina de fiarse! Si tengo que comer guayabas el resto de mi vida, será la mesa servida por mi Padre para bienestar y salud.

Sigo en mi trabajo, confío en que será para bien. Varias cosas más han pasado y bendigo los malos recuerdos y a las personas que los produjeron. Nueve guayabas van cayendo... y Dios sigue proveyendo.

No hay comentarios.: